lunes, enero 02, 2006

Selenitas de sal

La noche apareció comiéndose luz y actividad. El reflejo de la ciudad se dejaba llevar sobre la superficie del mar y los barcos chocaban sus cuerpos flotantes con un hueco sonido húmedo. La sal de ese encuentro de navíos drogaba mis pulmones con un placebo de tranquilidad.
Era de noche. La luna brillante, impecable, llena de orgullo; me explicaste con aire académico por qué nos parecía de mayor tamaño la grandiosa señora de la noche. Los barcos chocaban, clop, clop, la sal me recordaba a ti, profundamente a ti, inyectándome calma; y yo, minúscula yo, respirándote a bocanadas.
No, no me apetecía hacerte caso, estaba para intrascendencias, para el reflejo, los barcos chocando, clop, clop y dunas de sal, y tú. Con el sonido de tu voz de fondo, continuo zumbido, cerré los ojos: agudicé mis sentidos para saborear sonidos lejanos.
Filosofabas sobre mi literatura y mi vida (¿son lo mismo?). No me importaba.
Sonidos lejanos: un gato se agazapa entre las rocas del dique, aterido y arrobado por los efectos alucinógenos de la señora de la noche; maulló necedades gatunas y marchó con paso ligero, clap, clap (lamentaba no tener algo para escribir estas líneas, pero bueno, nunca lo haría tan bien como tú, que ilustras imágenes en tus palabras y añades palabras invisibles a tus imágenes). Puedo leer todas estas sensaciones, pero ante tu arte me convierto en un ciego leyendo braille, palpando las formas redondeadas, convexas, curvas, aterciopeladas... Otra vez... Percibo de nuevo la sal, pero con el olfato, y me pregunto qué me pasa y a qué huele la sal.
Mientras, tú intentas que los buenos recuerdos no te hagan daño al volver a visionarlos en tu memoria, y a eso lo llamas “olvidar”. Olvidemos juntos, pues. Sólo necesito que siga el eco de tu voz masculina apaciguando mis sentidos; pondré el piloto automático en mi consciente y despegaré de nuevo en mi subconsciente. Pero por favor, hoy quiero alumbrar las cosas que la luz del día me impide ver, y a cuatro kilómetros de este banco te siento desde tu ventana mirando los coches pasar, observando el puerto y pensando qué será de mí. Deja de pensar, hoy no quiero estar en los pensamientos de nadie, quiero que todos estéis en los míos, personas conocidas y desconocidas, animales y objetos que cambiáis vuestros papeles entre vosotros.
Entonces sí, lo veo: la vida es un continuo fluir, aprehender y aprender lo que nos van mostrando los mensajes de las botellas que se discurren silenciosas por este dique, un paisaje que cada día imaginamos distinto (Así es el arte y así es la vida: Kandinsky pintaba y otros interpretaban). Lanzo otro mensaje. Para el reflejo de la ciudad, los barcos que chocan entre sí (clop, clop, clop, clop), las dunas, las inmensas dunas de sal que cubren tus pensamientos (un mundo diferente al real). Lanzo otro mensaje para ti, que desde tu ventana miras al puerto y me intuyes maullando con un gato selenita.
Tú pones la botella.

1 Comments:

At 8:17 p. m., Anonymous Anónimo said...

Keep up the good work »

 

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