miércoles, agosto 03, 2005

Preguntas... Respuestas

Perdona las preguntas.
Castiga las respuestas.

Preguntas cerradas, abiertas y sin rumbo. Todas hijas de la innegable dudosa existencia humana. Perdónalas porque son parte de una naturaleza que me controla, se instala en mi cerebro y comienza a pulsar botones aleatoriamente.

¿Me deseas?
¿Me quieres?
¿Me amas?
¿Te deseo?
¿Te quiero?
¿Te amo?

Las respuestas. Fin último de las preguntas, cuando no parte final de éstas. Castígalas, porque siempre buscan descontrol, caos. Subvierten demasiado rápido el modus operandi de cualquier humano y eso, sí, eso nos hace vulnerables.

Sí.

Lo encierras todo en él. Tres años de vida dos por uno experimentan su siguiente paso en forma de grafemas sibilante y vocálico. Con él sobrevuela tu cabeza la espada de Damocles, pero mira bien, esta espada pende de un compañero de tránsito léxico de los verbos. Demasiada carga para una palabra con una semántica tan difusa. Decir todo es querer abarcar lo abstracto, el Kandinsky de la lingüística, el pretencioso que se decide a abrir los ojos y robar fragmentos de vidas ajenas.
Sí, no puedes robar vidas ajenas.

No lo sé.

Contestar sin que la cuerda ahogue demasiado... de momento. Excelente sabor aderezado con un "y dejemos que el tiempo transcurra". Recomendamos no mezclar con un cosecha del 87, el buen vino está listo para tomar. Maldito menú preconcebido, me muerdo la lengua procurando no soltar relámpagos interrogativos en esta tormenta que se avecina tras un día caluroso. La descarga de fotones se avecina. No te asombres, es normal: demasiado calor para un mes de verano. Castígala. Castígala. Castígala.

No.

Desde el burladero. Nunca mejor dicho. Cobarde que no se enfrenta a la furia de una expresión, porque no hay contra-respuesta, sino contra-mímica. Pocas veces he visto la faena desde el burladero, prefiero dirimirme con la tormenta y la espada antes que encontrarme en el callejón sin salida de mi propia respuesta (castígala).

Por eso no hablo, me limito a mirarte, mirarte, mirarte, mirarte, eternamente mirarte y preguntarte, responderte, sonreírte, llorarte y hablarte en la realidad virtual de mi cerebro. He creado el perfecto mutismo con la naturaleza, pero se romperá cuando tú con tu endemoniada divina picardía...
...me preguntes...
...me respondas.