viernes, mayo 20, 2005

Vida sinestésica

A Rapunkcel

Cuando duermes en mis pensamientos mis sueños son de algodón rosa de azúcar, tus besos son dulces acordes de guitarra en Sol, y tus abrazos son pipas de calabaza de un color crema intenso. Tus palabras saben a café recién hecho, tus caricias suenan sobre mi cuerpo como El claro de luna de Beethoven, tus miradas estallan en mis ojos en un giro de peonza astral con la sinfonía del Nuevo Mundo de Dvòrak, mientras me engulle un olor a menta y chocolate aderezado con sonrisas aterciopeladas. Unas palabras hirviendo de Freud me recuerdan que el arte es el refugio de la vida diaria, y me invitan a preguntarme si tú misma serás una obra de arte. Así puede ser y/o así quiero creer que sea; permíteme estudiar cada pincelada, tu rostro de luz tallado en palabras, recuerdos y anhelos. Permíteme aspirar tu esencia y guardarla en una de esas botellitas de cristal que nunca se rompen, junto al sabor de tus pasiones (en un sobre pistacho) y la aspereza de ese adiós que no consigo arrojar al vacío del olvido (una carta de amor líquida oxidada), porque temo mirar y asombrarme eternamente y sin fin del infinito, a donde finalmente iremos, pero que siempre sea mañana, un mañana áureo e incorpóreo.

1 Comments:

At 11:51 a. m., Blogger Kaukisella said...

me halaga enormemente ;O)

 

Publicar un comentario

<< Home